Será Villavicencio la Ciudad Más Cara Para el Fútbol Profesional ???

𝐕𝐢𝐥𝐥𝐚𝐯𝐢𝐜𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨: 𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 𝐦𝐚́𝐬 𝐜𝐚𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐟𝐮́𝐭𝐛𝐨𝐥 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥.

𝘾𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙖 𝙖𝙙𝙢𝙞𝙣𝙞𝙨𝙩𝙧𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙥𝙪́𝙗𝙡𝙞𝙘𝙖 𝙖𝙨𝙛𝙞𝙭𝙞𝙖 𝙖𝙡 𝙪́𝙣𝙞𝙘𝙤 𝙥𝙧𝙤𝙮𝙚𝙘𝙩𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤𝙨 𝙥𝙪𝙨𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙢𝙖𝙥𝙖.

Villavicencio es hoy, sin lugar a dudas, la plaza más costosa para jugar fútbol profesional en Colombia. No se trata de una percepción ni de una exageración coyuntural: es una realidad que el fútbol llanero ha padecido históricamente y que, una vez más, pone en riesgo la estabilidad del único proyecto que logró consolidarse y llevar el nombre de la ciudad a la máxima categoría del balompié nacional.

No es un problema nuevo. En los años noventa lo sufrió Alianza Llanos. A comienzos de los años dos mil lo padeció Centauros Villavicencio. Hoy lo vive Llaneros FC. Cambian los nombres, cambian las épocas, pero la constante ha sido la misma: una ciudad que le cobra al fútbol como si se tratara de un negocio extraordinario, sin entender que el fútbol profesional es un ecosistema frágil que necesita condiciones mínimas para sobrevivir.

Llaneros Fútbol Club es un proyecto privado, nadie lo discute. Pero también es el proyecto que, con organización, inversión y visión, puso a Villavicencio en el radar del fútbol colombiano, generó identidad, empleo, movimiento económico y orgullo regional. Aquí no se está pidiendo que regalen nada. Lo que se pide es simple y justo: que no le quiten al club lo poco que le permite sostenerse.

Hoy, de cada 100 pesos que recibe Llaneros FC, 64 se van en impuestos y costos operacionales exigidos por la administración municipal. Esta cifra, que para muchos resulta increíble, es la que explica por qué Villavicencio es la ciudad que más le cobra a un club de fútbol por jugar en su propio territorio y, en consecuencia, por qué aquí también se manejan algunas de las boletas más costosas del país. Desde el año 2020, cuando inició la administración de Juan Carlos Trujillo al frente del club, el Concejo Municipal ha prometido en repetidas ocasiones la reducción de estos impuestos. Promesas que se han reiterado en reuniones, mesas de trabajo y discursos públicos, pero que jamás se han hecho realidad. Incluso se dijo que esta reducción llegaría cuando el equipo ascendiera a la primera división. Llaneros cumplió, ascendió, pasó un año… y todo sigue exactamente igual.

A esta carga se suma un absurdo administrativo difícil de explicar. Llaneros FC debe consignar anticipadamente a la Alcaldía el valor de los impuestos calculados sobre un estadio con capacidad cercana a las 20.000 personas, así al partido asistan 100, 200 o 1.000 hinchas. El excedente, cuando existe, es devuelto meses después, luego de trámites interminables y desgastantes. Un club como Llaneros no puede darse el lujo de dejar dinero “en consignación”. El fútbol profesional no se sostiene con buena voluntad, se sostiene con flujo de caja.

La situación se agrava cuando se habla de patrocinios. En cualquier ciudad y en cualquier club, un patrocinador paga por publicidad, por visibilidad nacional e internacional, y ese dinero entra a fortalecer la operación del equipo. En Villavicencio, no. Aquí se sigue creyendo que el patrocinio es una ayuda y no una relación comercial. El club debe hacer malabares administrativos para justificar recursos que, además, no pueden destinarse libremente a nómina o gastos generales, rompiendo por completo el modelo básico de sostenibilidad de un equipo profesional.

El alcalde Alexander Baquero es un aficionado al fútbol y siempre ha mostrado disposición. Eso se reconoce. Pero Llaneros FC no puede vivir de voluntad. El fútbol no se sostiene con simpatía ni con fotos; se sostiene con decisiones, con actos administrativos y con voluntad política convertida en hechos concretos.

A esto se suman las exigencias del Puesto de Mando Unificado en cada partido. Exigencias que, en muchos casos, resultan desproporcionadas y generan gastos innecesarios, como obligar al club a montar una logística de estadio lleno cuando apenas se habilita una tribuna. Todo esto se ha convertido en una mesa donde varias entidades parecen buscar su beneficio particular, mientras el club asume una cuenta cada vez más pesada.

Llaneros FC tiene hoy una nómina mensual que supera los 700 millones de pesos. Esa cifra no se cubre con taquillas y tampoco con patrocinios bajo las condiciones actuales. Así, incluso estando en la A, el proyecto se vuelve económicamente insostenible.

Paradójicamente, Villavicencio es una ciudad donde se realizan de manera constante conciertos con lleno total, que dejan millonarias ganancias a empresarios que en su mayoría no son de la región y que se llevan el dinero sin dejar mayor legado. A ellos no se les mide con la misma vara. A Llaneros sí. Y sin embargo, Llaneros es distinto. Llaneros se queda, representa a la ciudad y construye identidad.

Por eso es urgente que el Concejo Municipal De Villavicencio, de la mano con la Alcaldía de Villavicencio, aprueben de manera inmediata una reducción real de impuestos para el club. No mañana, no en otro periodo, no en otra administración. Ahora.

Desde la Gobernación del Meta, la gobernadora ha sido clara en que el fútbol no es de su agrado, pero al menos no ha puesto trabas al equipo y ha tratado de ayudar. El principal inconveniente con el gobierno departamental sigue siendo el alto costo del alquiler del estadio. Por esta razón, Llaneros proyecta la construcción de su propio escenario, El Garcero, un estadio pequeño, funcional y propio, que se ubicaría en los predios de la sede deportiva vía a Puerto López. Una solución a futuro que no puede ser excusa para desentenderse del presente.

Ciudades como Manizales, Pasto, Pereira y muchas más, hacen convenios para entregar el estadio en comodato a quien realmente lo usa, al equipo de la ciudad, de esta forma se reducen costos y tramites. Este modelo podría implementarse en el estadio Bello Horizonte.

El fútbol profesional le aporta a Villavicencio empleo, movimiento económico, visibilidad, turismo y sentido de pertenencia. Gracias a Llaneros en la A, hinchas de otros equipos volvieron a ver fútbol profesional en la ciudad. Eso también es ciudad.

Ayer, el Atlético Huila dejó de existir, dejando a toda una región sin su equipo y con un dolor inmenso. Esa es una advertencia que no puede ignorarse. Eso no lo queremos vivir en Villavicencio.

Hoy, más que nunca, Llaneros FC necesita ser rodeado. Por la institucionalidad, por los hinchas del club y por los aficionados al fútbol en general. Rodear al equipo no es solo ir al estadio; es exigir decisiones justas y entender que si Llaneros cae, no pierde un empresario ni una directiva: pierde la ciudad entera.

Fuente:MDSmomentosdeportivos.com prensallaneros llanerossports.com

Omar Augusto Guevara Parrado C.S.&.P.

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